Cabeza de Pelota











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El paracaidista


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Por Sicarii





La primavera, tiempo de flores, polen, pajaritos, alergias, amores, y comienzo de Champions League. Como con mis amigos andamos llenos de fraternalismo, buena onda, sed, y días libres, no propusimos ver alguno de los partidos, tomándonos unas chelas. Como siempre el lugar de reunión es en mi casa, ya que en las tardes estamos solos con mi cuñado, fanático de fútbol también. Además que tenemos varios amigos en común, así que la pasamos cachilupi.

Nos dispusimos. Yo llamé a un par de amigos, mi cuñado a otros, siendo en total 6. No hay mejor número que el 6 para ver un partido y carretear. Esto por razones obvias: Las cervezas vienen en pack de 6; las salchichas también; el pan de completo también; en las casas siempre hay 6 sillas; dos pueden ir a comprar, dos preparan las cosas, uno está atento a que el partido comience y el otro puede hacer cómo que hace algo; dos del Colo, dos de la U, dos de la Cato; en un auto caben hasta 6 personas: dos adelante, cuatro atrás; cada uno es fanático de uno de los episodios de Star Wars; siempre hay un líder, un chistoso, uno que molesta al resto, uno al que el resto molesta, uno fome y otro con hermana rica, 6 en total; etc. No hay nada mejor que ser 6 amigos y querer pasar una agradable tarde con tan maravilloso y virtuoso número de personas.

Pero como la vida no es justa, siempre algo sale mal. Alguien rompió el círculo de silencio sagrado y le dijo a un séptimo que vendría para acá. Y creo que no nos molestaría tanto sino fuese porque es el mismo séptimo siempre. Todos deben conocer a este séptimo. Todos tenemos un grupo de amigos al que siempre se le cuela uno que es amigo de uno solo del grupo y que al resto le cae pésimo. Bueno, éste es aquel. Yo no me lo trago por nada, el mero hecho que esté me impulsa a partir, lo encuentro tonto, prepotente, que se hace la víctima, barza, pendejo, etc. Todos los adjetivos negativos que se les ocurran a este jetón le caben justo. La cuestión es que llegó junto con uno de los nuestros y fue como recibir un combo en la guata. Cuando le preguntamos al que lo trajo por qué lo hizo, dijo: “es que estaba en MSN y me preguntó qué haría en la tarde y se me salió”. Pa matarlo, bien sabido es, que no es bien recibido en este grupo y que además sólo tengo 6 sillas.

Puse cara de palo no mas y le pregunté como andaba (sí sé, soy más cínico y fingido que Felipe Camiroaga), pero mirando de reojo al que lo trajo con cara de “Te tiraste con tu completo”. Me dijo que bien y bla, bla, bla, (en realidad de ahí en adelante me propuse ignorarlo, así que no escuché mucho) y le dije que pasara, que se sentara. Obviamente, como es ganador, se sentó justo al frente de la tele y agarró el control remoto y puso “algo mientras empieza el partido”. Más encima me dice: “Sicarii, ¿me pasai una chela?”. Quería descuartizarlo a patadas, pero se me adelantó el que lo trajo y le pasó la suya y me dijo “yo voy a comprar más, no te preocupes”. Pero parece que él no está conciente que lo que me molesta no es que se acaben las chelas, sino que descomponga el equilibrio que hemos creado los 6 y que lo descomponga siempre el mismo personaje. Cuando estaba por comenzar el partido dice, buscando causar lástima: “menos mal que vine para acá, si no me hubiese aburrido en la casa solo”. Pero yo tengo el corazón más duro que el Undertaker, así que esas frases no me conmueven ni aunque las diga un niño huérfano, vestido con harapos, criado por perros en un callejón de Bulgaria. Lo único que pensaba era que quería que terminara el partido y que se fuera de una vez.

Hasta que mi tormento terminó, se acabó el partido, las cervezas, los completos, y como no había nada más que consumir, se fue. Y menos mal, ya veía que se quedaba a dormir. Más encima sé que volverá, en un partido o dos, o en un cumpleaños, o un bautizo, o hasta para el día de los enamorados.






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