Cabeza de Pelota

















¡Buueeenos días muchachos! Ya es sabido que “Sicarii” es una leyenda en lo que a “Cabeza de pelota” se refiere, pero es mi turno para seguir su travesía, yo tiempito atrás hacía las “Misceláneas” y “El Periódico” para nuestra connotada revista, pero con el nombramiento a nuevos cargos que se me otorgaron, el tiempo se me limitó un poco, pero aquí estoy de vuelta chicos y chicas, me he dado el espacio para retornar con mis antiguos labores con todas las ganas de redactar mis anécdotas jugando al deporte rey.
Si bien tengo muchas historias, comenzaré de menos a más, partiendo con una historia de fútbol amateur. Si alguno de ustedes era seguidor de mis “misceláneas”, habrán leído el artículo que hice sobre este hermoso fútbol, un fútbol destacado por su dureza, pasión y lo guerreros –en todo sentido de la palabra- que son los jugadores que cada sábado y domingo juegan en la cancha del barrio.


Sin más rodeos, comienzo con mi historia. Había una vez un chico…jejeje, no, nunca tan infantil, era una bromita para relajar los nervios de mi retorno a la TZ.
Todo comenzó cuando en mi primer club amateur – No daré nombres por motivos personales- jugábamos un partido trascendental contra el clásico rival, ese partido definía el paso al torneo regional, ya que clasificaban los 3 primeros de la tabla y ambos estábamos luchando “mano a mano” el tercer puesto. Con un final de infarto, el resultado final fue un 3-2 a nuestro favor, lo que nos dio el paso al “Regional”. Todo el mundo celebraba, los neumáticos que bordeaban la cancha estaban llenos de gente eufórica por el triunfo logrado, nos abrazamos, saltamos, y gritamos como nunca el nombre de nuestro querido club.
Luego de eso, unas semanas más tarde, ya estábamos alistados para el viaje, el destino…la hermosa ciudad de Villarrica, el medio de transporte…un pequeño minibús de 32 asientos (éramos 50 personas aproximadamente considerando a jugadores y barra).
Ese viaje fue una verdadera locura, cantando, bebiendo, gritando y hasta “volando” en algunos casos, un simple viaje se convirtió en una verdadera jarana. Llegamos un día viernes a Villarrica, a eso de las 6 de la tarde, aprovechamos de “turistear” y hacernos amigos de unas “perversas” para matar el aburrimiento.
A eso de las 12 de la noche todos estábamos en el internado que nos alojaría, nos juntamos todo el plantel y escuchamos la charla del “profe”, en donde lo que más recalcaba era que había que aprovechar esa instancia para demostrar de lo que somos capaces y dejar en alto el nombre de nuestro club. Después de la charla de aproximadamente una hora, nos acostamos a eso de las 1:15 de la mañana, pero el nerviosismo era tanto que, si bien lo recuerdo, a eso de las 4 de la mañana recién pude conciliar el sueño, después de tanto hablar con mis compañeros planificando el partido.
Eran las 11 de la mañana y el “profe” pasaba por las piezas gritando. ¡¡Llegó el día muchachos!! A eso de las 11:45 ya estábamos listos tomando desayuno, jugábamos a las 3.
A las 1:30 ya estábamos en la cancha, el “profe” nos dio la ultima charla junto con el planteamiento táctico para afrontar el partido frente al cuadro de Villarrica, en ese momento fue cuando él me llamó lejano al grupo y me dijo, “Riquelme, vas de capitán, pónele bueno y ganemos el partido” en ese momento mi cuerpo se llenó de adrenalina. Empezamos a vestirnos para calentar, me puse los shorts, las medias, me vende los tobillos, me calcé mis chuteadores, mi camiseta con el “14” en la espalda y la jineta de capitán en el brazo.
Calentamos, luego el “profe” reiteró la táctica y saltamos a la cancha…


El partido estuvo muy peleado en el mediocampo y con una desconcentración de nuestro contención, recién comenzado el cotejo, nos “pillaron” de contragolpe y nos embocan la primera estocada; la gente que observaba el pleito nos tapaba a “chuchadas” y nosotros, como típico partido amateur, no éramos la excepción, nos desesperamos y nos empezamos a criticar entre nosotros, grueso error. Después del gol del equipo rival, estábamos muy “picados” y, por ende, desconcentrados. No le encontrábamos el “ritmo” al partido y no lográbamos juntarnos como era de costumbre, fue tanta nuestra desconcentración que en una jugada en el minuto 40, en la cual uno de nuestros centrales no despejó bien el balón, lo controla “el 10” de los rivales y con un tiro a “quemarropa” superó a nuestro indefenso portero.
Termina el primer tiempo y nosotros estábamos “emputecidos”, todos alegando con todos, sin encontrar ninguna solución. Tanto en lo personal como en lo general, el rendimiento fue paupérrimo en el primer tiempo. El “profe” no sabia que hacer y estaba demasiado molesto, hizo dos cambios, sacó a un delantero por otro y puso doble creador, entre ellos me puso a mi, pasando a jugar de 7 a 10.
Saltamos a la cancha decididos a dar vuelta el resultado, el árbitro indicó el comienzo del segundo tiempo y nos fuimos con todo arriba. Parten ambos delanteros, se la tocan al otro creador, yo me abro hacia la izquierda y el creador se pasa a dos rivales y luego me la toca, desbordo, meto un enganche, me paso a uno y saco el centro, llega el delantero que recién había ingresado, cabecea y… ¡¡¡GOOOL !!!, un “gol de camarín” que nos abría una ventana y nos volvía a unir dentro de la cancha.
Los oriundos de Villarrica quedaron pasmados, no les resultaba nada, no eran ni la sombra de lo que fueron en el primer tiempo, estaban completamente desconcentrados y luego de un tiro de esquina a su favor, nuestro arquero “puñetea” y armamos un contragolpe, la agarra nuestro contención, se pasa a uno y la abre para el lateral, el flaco corre y corre, se lleva a dos en velocidad y se la toca al otro creador, este encara y se acerca al área grande, le pega directo al arco pero rebota en un defensa. A pesar de eso, como buen goleador, aparece el delantero ingresado en el segundo tiempo, recibe el rebote, le pega y convierte su segundo gol en el partido, 2-2 a 8 minutos del final.
Yo no daba más, había corrido todo el partido y recibido demasiadas patadas, estaba “caliente” con más de uno de mis rivales, y por ende, en un forcejeo en el cual yo cubría la pelota, un defensa rival me pega en los tobillos y yo, en mi “calentura”, le respondo con un codazo, rompiéndole un diente. El árbitro se acerca y me aleja, me dice…"te la perdono solo por que te han dado como caja”- apuesto pensaran mal jeje- y me muestra una amarilla. Ya en los descuentos, nuestro arquero saca del fondo, controlo la pelota y me dispongo a dar el último esfuerzo, quería mi gol. Encaro y desde la mitad de cancha me pasé como a tres, iba llegando al área grande pero me bajan con una entrada. Quedé botado en el suelo con un cansancio impresionante, después de 1 minuto tirado, me paro y pido el tiro libre, era la última jugada del partido, acomodo la pelota, doy los 6 pasos de distancia que, por costumbre, siempre he dado, pido un poco más de distancia de la barrera por que se estaban adelantando…el arbitro toca el pito, miro solamente a la pelota, el arco lo tenia en mi mente. Empiezo la carrera, le pego con borde interno hacia el palo más lejano del portero, la pelota se empieza a cerrar en su camino, y grito “¡¡entra mierda!!” y en ese momento la pelota choca en el vertical y se va directo a las mallas ¡¡GOOOOOOL!!
Ahí se arma la fiesta. Mi club por primera vez es campeón regional, celebramos en la cancha, todo el mundo feliz, y nos dirigimos al internado ya que teníamos que esperar al siguiente día para la premiación, pero no nos quedamos en vano, esa noche salimos a celebrar al más puro estilo “Pinilla” a una “disco” a “farandulear” y festejar como se merece.

 





 

 


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