CABEZA DE PELOTA







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Colgar los botines


Llega un momento en que, por distintas circunstancias, un futbolista cuelga los botines, y se despide de las canchas. Puede ser una lesión grave, condiciones personales, falta de fútbol, o el mero paso de los años. Pero siempre que se deja en el perchero a los amados zapatos, se guarda el fútbol en el corazón. Es que las experiencias vividas se hacen de uno, y no pueden ser simplemente colgadas o guardadas en el closet. El fútbol se te impregna hasta las entrañas y no sale tan sólo por retirarse de la actividad. Tal vez sea, precisamente, que en realidad uno no se retira de la actividad, sino que al revés, es ella la que te dice: “No más”. Te pasan a retiro como a unos chuteadores viejos, como a un libro que ya se leyó. Por eso prefiero ser yo quien lo haga por mí. No soportaría que fuera el mundo el que se jugara en mi contra y me dejara a la vera del camino. Mejor irse como lo hacen los grandes (aunque uno no lo sea), y decidir, en un buen momento, que ya no más, que se hizo lo suficiente.


Amar lo que se hace tiene que ver con eso, con amar dejarlo. Amar a algo o alguien tiene que ver con amarlo en lo que es y en lo que no será. Leí hace poco una frase de un poeta, llamado Pablo Yáñez:


“(Me obsesiono con la precariedad de los cuerpos y tu belleza no sería belleza si luego no fuese banquete de gusanos.)”


Y creo que de eso se trata todo esto. Amo lo que hago, por lo que es, y lo bello de esto es que desaparecería si luego no fuera comida para la tierra. Pasajero dirán algunos; precario, dirán otros; VERDAD y BELLEZA, decimos algunos. Lo que hice dio frutos, y éstos se comienzan a marchitar, es hora entonces de secarlos al viento y al sol, y caminar. No es necesario saber a dónde, es más interesante el camino, el derrotero, que la llegada o la meta.


Es imposible no mirar hacia atrás y ver lo que se ha hecho. Sentirse orgulloso por algunas cosas, y arrepentirse de otras. Pero ese arrepentimiento no debe venir de cómo resultaron las cosas, sino de haberlas disfrutado un poco más. Haber acariciado el aroma del césped de la cancha con más intensidad, haber gozado el dolor del cuerpo cuando se dio más de lo que se podía, haber abrazado a un rival digno, a un compañero abnegado. Me hubiera gustado sonreír más cuando creaba esta querida columna, haber tirado más humoradas y hacerles reír. De vez en cuando, hacer algo menos futbolero y más personal. Pero en fin. Yo también soy fútbol, y lo hecho, hecho está. Miro hacia atrás con gusto y con satisfacción, y en ocasiones con algo de orgullo. No tengo más que agradecimiento para el equipo de la revista y sobre todo, para los lectores. Si ustedes disfrutaron mis columnas, me siento satisfecho. No vivo de los aplausos, vivo de la ilusión de hacer un lugar mejor.


Entonces, me suspendo, me cuelgo como a los botines viejos, y me guardaré para el futuro, para ver sí algún día me bajo de la pared y mes meto a la cancha de nuevo, dispuesto a renacer, o al menos, a jugar con los amigos, a soltar las piernas y el lápiz, y volver. No lo sé, el tiempo lo dirá. O en realidad, yo lo diré en un tiempo.




PS.: Si desean ver los números anteriores de Cabeza de Pelota, pueden hacerlo visitando: http://cabezapelota.blogspot.com/. Se agradecerán los comentarios.



sicarii, RA The Zone Chile



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