Cabeza de Pelota










 


 




 


Fútbol de Verdad



Por Sicarii





La cancha de tierra es el mejor lugar para aprender de fútbol. Pero me refiero al de verdad, al no profesional, al de barrio, de rodillas raspadas, agarradas de camiseta, de jugadas llenas de picardía, por las que se reciben patadas y que, en ocasiones, parten siendo una manifestación de la belleza futbolística y terminan siendo una pelea de proporciones entre un equipo y el otro.

De esas peleas recuerdo una que me contó mi papá. Este es el asunto: Jugando en una liga amateur, el equipo donde jugaba mi papá, el gran Juventud Platense, debía enfrentar a un rival de Peñaflor para poder avanzar. En el primer partido, de visita, empataron 1-1, lo que es un buen resultado, pero como les dolía el orgullo porque les empataron con un gol de un penal inventado, decidieron tomar el toro por las astas y poner un árbitro amigo para el partido de local. No sé si ustedes saben que, hasta al menos un tiempo, en el fútbol amateur el árbitro se encarga de ponerlo el local, mientras sea árbitro ANFA (Asociación Nacional e Fútbol Amateur, para los que no sepan), arbitra incluso el mejor amigo del capitán del equipo. Ahí fue elegido el “Chico Marcos”, un hombre de unos 50 años, bajito, delgado, ex campeón chileno amateur de boxeo en peso minimosca. Era del barrio, amigo de todos, árbitro ANFA, y lo más importante, amaba a Platense más que ninguno. La mesa estaba servida, sólo había que empezar a jugar.

El día del partido estaba lleno como cada domingo, salieron los equipos a la cancha, mi papá entró de titular y comenzó a rodar la pelota. Al poco rato los delanteros de Platense se encontraron con la marca de un central, apodado, “El Camión”, un tronco de 1.90 metros, y cerca de 90 kilos de peso. El tipo no dejaba pasar a nadie, con un toque del hombro era suficiente para botar a cualquiera o al menos desestabilizarlo lo suficiente como para que no pudiera anotar. Todos podían darse cuenta que con ese animal atrás, sería imposible que hicieran un gol. Al término del primer tiempo, en el que no pasó mucho, los equipos partieron a los camarines, y la gente estaba ansiosa por que empezara el partido de nuevo y tratar de ganarlo. Pero bueno, vamos a lo importante. Cerca del minuto 75, el Camión no había permitido que nadie entrara al área, pero en ese instante corrió uno de los punteros de Platense, se metió en el área, y en velocidad trató de llevarse al Camión, pero como el tipo era bastante más grande, con un toquecito lo hizo volar y se quedó con la pelota. Y ahí comenzó todo, el Chico Marcos se dijo “esta es la mía” y no dudo en cobrar un penal más falso que Judas, y más brujo que Merlín. El Camión estaba encolerizado, colorado de rabia se fue encima del Chico, quien además lo expulsa levantando la roja y sin siquiera mirarlo le dijo: “Váyase”, con toda tranquilidad. Pero el defensa no podía quedarse así, le estaban robando un penal y más encima lo echaban, entonces el gigante se acercó al chico, y levantó la mano por sobre su cabeza, dispuesto a dejarla caer sobre el árbitro y machacarlo. No sabía ese desdichado de la calida de campeón amateur nacional de boxeo retirado, que tenía el Chico Marcos, y antes que su mano empezara a descender hacía el árbitro, el Chico lo miró hacia arriba y le puso un golpe certero y recto, directo al mentón del gigante. David derrotaba a Goliat, con sólo un combo, uno sólo, pero venido de las manos de un campeón. El grandote cayó como un árbol recién talado, de espaldas, y se estrelló en el piso. Imagínense la que se armó, todos correteando al Chico para pegarle y él poniendo pies en polvorosa, arrancaba alrededor de la cancha, si sólo faltaba la música de Benny Hill, era para morirse.

Evidentemente se suspendió el partido y tuvieron que jugar lo que faltaba en terreno neutral, el Chico no arbitró ese partido, pero hizo lo mejor que pudo hacer, dejar KO al central y con eso impedirle jugar el otro partido por que le trizó la mandíbula. Cosas del fútbol de barrio, del fútbol de verdad.

 
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