Cabeza de Pelota










 

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Cabeza de Pelota

Por Sicarii


La pre Navidad y la primera pelota


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Hace unos días fui al Mall con mi novia. Necesitábamos pagar unas cuentas, comprar algunas cosas en la farmacia y unos DVD, porque me conseguí unas películas y unos juegos de PS2 que necesitaba con urgencia copiar. Ya sabemos, ella y yo, que el visitante de Mall es un ser un tanto extraño, y no me refiero al que va a hacer cuestiones puntuales, ni al que va a comprar ropa o diversos artículos, sino a aquel que va al Mall sin razón alguna, más que pasear, pasar el tiempo, conocer gente, etc. Es como si las plazas y parques se hayan cambiado por patios de comida y pasillos llenos de tiendas. Ahora es mejor y más placentero pasear en un centro comercial infestado de gente que jugarse un partido de baby fútbol, o salir simplemente a pasear al parque y disfrutar de las temperaturas pre veraniegas.

Es toda una mini ciudad el Mall. Si hasta se estructura como una, y además, sirve como calendario. Me explico: Cuando estamos finalizando marzo y comenzando abril ponen motivos de la semana santa; cuando llegamos a mayo aparecen paraguas gigantes colgando del techo, bufandas, y abrigos; en agosto comienzan a aflorar las banderas chilenas, guirnaldas, y cualquier cosa blanca, azul y roja, para celebrar el 18; a finales de octubre se llena de esqueletos, brujas, calabazas y vampiros; y ahora, mediados de noviembre, aparece el motivo que hace más feliz a los dueños de los Mall y a los niños chicos: El viejo de Rojo, los renos, bastones, hombres de nieve, y perdido en algún rincón, cerca de los baños, un pesebre, con un Jesús de yeso, mal pintado y con el burro que parece perro. Insisto en que el mejor calendario es el del Mall, sencillamente porque si uno va a uno, es IMPOSIBLE que se te pase la fecha, todo gira en torno a la famosa celebración. En el futuro uno podría inscribirse para que en el Mall se representen los cumpleaños de las pololas, los aniversarios, los cumples de las mamás y las abuelitas, para que uno no pasara por bobo y olvidadizo.

Bueno, estábamos en eso, cuando, entrando a una tienda, en la sección regalos para niños vi algo que debe ser el más hermoso regalo de la infancia. Uno que además se repite a lo largo de los años, porque quien diga que tiene la primera que le regalaron, incólume, sin haberla reventado contra la reja de los vecinos, es más falso que Judas. Me refiero a la Pelota de Fútbol. La de 32 cascos, número 5. Da lo mismo la marca, yo tuve desde marca “Las hace el Zapatero”, hasta Adidas y un par de Nikes. Bueno, en realidad no es que las tenía yo, sino que, siendo cuatro hermanos hombres, y con el temor de mis padres de que alguno fuera gay, al menos a uno de nosotros siempre le caía una pelota para la pascua. Cualquier pelota sirve, mientras sea relativamente esférica basta. Cuando uno ve el paquete ya sabe lo que es (nada más queda envuelto en forma esférica, ni un papá es tan creativo como para cambiar eso), y cuando la abre se siente campeón de inmediato, se imagina haciendo piruetas y golazos, así que no queda otra que salir a la calle e inaugurarla con los primeros chutes, armando un partido a las 12:15 de la madrugada, con los otros niños que viven en la cuadra. Anécdotas hay por miles, desde aquella pelota que nos duró 7 minutos, porque le di de volea y la clave no sólo en un ángulo, sino también en la reja de la casa de mis abuelos, pasando por pelotazos a señoras entrometidas que se les ocurría caminar por la calle en el momento mismo de la final de la Copa contra los niños de la cuadra siguiente, hasta pelotas que duraron años y las perdimos porque nos la robaron o se cayó a una casa desde donde no la devolvieron.

Que te regalen una pelota es un acontecimiento, algo como una iniciación, donde, generalmente tu padre o tu abuelo te reconoce y te hace entrar al mundo de los hombres. Es como si se el cielo se abriera, y una voz grave, como de trueno, descendiera y dijera: “Sicarii, desde hoy, puedes ser llamado un Hombre, puedes entrar al mundo masculino del fútbol, de darse patadas por deporte, de tratarse a garabatos sin que importe, de los escupitajos y de la virilidad”. Así no más, sagradamente. Y por favor las lectoras femeninas no se me sientan apenadas ni molestas por decir que se exalta la masculinidad, ya que si lo digo es sólo porque ES TOTALMENTE CIERTO. Si la pelota se las regalan a alguna de ustedes, también las están invitando a entrar al mundo masculino, pero no se lo tomen a mal, me refiero a que las sacan del castillo de princesitas donde las ponen cuando más chicas y las lanzan a la guerra. Como si fueran Eowyn del Señor de Los Anillos, lejos la mina más chacal y aguerrida que haya existido en las películas fantástico-épicas. Y en esta iniciación es fundamental contar con el apoyo y la participación de quien te regala la pelota, que te enseñe las primeras formas de pegarle, cómo pararla, cabecearla, etc.

Así que me decidí, como mi sobrino tiene ya dos meses de nacido, le regalaré un balón, claro que tendré que dejar que mi hermano le haga la iniciación futbolera, porque es pegado y además no puedo interferir la relación padre-hijo, tan fundamental, según los psicoanalistas.


 

 
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