Tráfico de niños en el fútbol
Tras
jugar al fútbol en tres continentes distintos antes de haber alcanzado
siquiera la mayoría de edad, Pascal Alima sigue empeñando en cumplir la
promesa que le hizo a su padre antes de morir: convertirse en futbolista
profesional. La adolescencia de este camerunés de 21 años no estuvo en
las aulas, sino en los terrenos de entrenamiento de Brasil, Argentina y
España. Su vida quedó en manos de un representante que mintió a un club
argentino diciendo que los padres del jugador estaban muertos. Lejos de
los grandes estadios con los que sueña, Alima se mantiene en forma con
el CD Canillas, de la preferente madrileña.
El
reclutamiento internacional de menores de edad, en el punto de mira
tras la sanción de un año sin fichar que la FIFA le ha impuesto al
Barcelona por el traspaso de futbolistas de edades inferiores a los 18
años, un castigo confirmado este miércoles por la Comisión Disciplinaria
del organismo, enfrenta las legítimas aspiraciones por una vida mejor
con el uso, a veces indiscriminado e irresponsable, que los clubes hacen
de esa materia prima. “Los agentes ofrecían a muchos menores para que
hicieran una prueba con los equipos grandes. Si al final no interesaban,
muchos se quedaban tirados en el país sin billete de vuelta”, explica
Javier Rodríguez Ten, Doctor en Derecho y especialista en Derecho
deportivo.
Alima se marchó con apenas 14 años a Brasil para
entrenar cuatro meses con las categorías inferiores del Cruzeiro. Allí
conoció al representante argentino que muy pronto dirigiría sus pasos.
Volvió a Camerún y pasó las navidades de 2008 en Buenos Aires mientras
finalizaba su llegada a la cantera de Tigre. “El primer rival que tienes
es el idioma. No entendía a los entrenadores, así que iba detrás de mis
compañeros para entender cómo se hacía el ejercicio”, cuenta el
camerunés. Cuando casi llevaba un año en Argentina, su representante le
dijo que Banfield quería ficharle, la única traba era su dignidad. El
agente había dicho que sus padres habían muerto y para firmar el
contrato debían estar presentes. “Él pidió un documento que justificara
que yo era huérfano. Mi madre me llamo llorando para decirme que por mi
felicidad lo haría, pero yo me negué, siempre he dado oportunidades a la
vida”. Herido en su orgullo, su agente le puso un contrato y un
bolígrafo sobre la mesa. “Me acosó toda la noche. Yo no entendía español
y él me exigía firmar o volvía a Camerún en una semana”. El bolígrafo
quedó sin abrir y la amenaza se cumplió.
La FIFA ha respondido a
las tropelías prohibiendo los traspasos de futbolistas menores de 18
años salvo en tres excepciones; que los padres del menor cambien de país
por razones no relacionadas con el fútbol; que el traspaso se efectúe
entre países de la UE o del Espacio Económico Europeo, teniendo el
jugador entre 16 y 18 años; o que jugador y club de destino,
perteneciendo a distintos países, no estén a más de 50 kilómetros de la
frontera. “Los equipos recurren a la primera excepción: no lo voy a
fichar, se va a venir aquí y lo voy a aprovechar”, explica Rodríguez
Ten.
Para garantizar que se cumplan sus normas, la FIFA puso en
funcionamiento en 2010 un servidor informático, el Transfer Match
System, en el que ambos clubes deben de rellenar una serie de campos:
nombre del jugador, DNI, el agente que ha intervenido o la forma de pago
de la transacción. Si todo coincide, el club debe presentar una serie
de documentos, entre ellos el contrato laboral de los progenitores del
menor o la justificación del cambio de domicilio. La FIFA toma una
actitud especialmente restrictiva y analiza, por ejemplo, si la
formación del familiar justifica su nuevo empleo. “Si el padre era
campesino en el país de origen y le han ofrecido un trabajo como gestor
administrativo en Alemania, vetan el movimiento”, explica el experto en
Derecho Deportivo.
La
federación del club por el que ficha al menor debe solicitar el
tránsfer (un certificado para trasladar su ficha) a la de origen, algo
más que un trámite. “Estas federaciones reciben muchas veces denuncias
del club donde estaba el jugador reclamando que ha venido un ojeador a
por él”, explica Rodríguez Ten. Una vez concedido el permiso, la
federación tiene vía libre para otorgarle la licencia al jugador.
Mohamed
Chakkar ni siquiera llegó a vestirse de corto. Este marroquí, que ahora
tiene 24 años, abandonó su país con 17 rumbo a España, donde cuenta que
un representante le organizó una prueba con el Young Boys suizo. Allí
le esperaba un agente que debía acompañarle y, como parte de la cadena,
exigió su compensación. “Me pidió otros 200 euros y yo no llevaba nada.
El agente español me dijo por teléfono: ‘Mira, ¿quieres que te hable en
serio? Tienes que pagar, en el mundo del fútbol nadie se mueve sin
dinero’ y estuve dos días durmiendo en la calle”.
El procedimiento, que pretende proteger al fútbol local y evitar
malas prácticas, genera un conflicto permanente. “¿Por qué no se permite
la transferencia de un menor cuando en España se le da una educación
mejor? He conocido a menores con pésimas condiciones de vida en el país
de origen a los que se ha negado la oportunidad de tener una vida
mejor”, asegura Maite Nadal, abogada especialista en Derecho Deportivo,
contraria a la prohibición de FIFA. “¿Por qué no se pueden venir los
padres a acompañar a un menor por motivos deportivos? Van a vivir del
menor, pero es mejor que la situación que tienen en su país”, asegura la
experta en Derecho Deportivo.
Las noches a la intemperie en Suiza han acabado con el sueño de
Chakkar, que ahora trabaja de pizzero en Madrid. “Después de que te pase
todo esto tiras la toalla. Si llega algún equipo a por mí, bien; si no,
pues nada”. Mientras, Alima tiene un impulso detrás que no le permite
rendirse. “Con todo lo que he luchado y vivido no puedo perder la fe.
Dios no olvida a sus niños”.
El laberinto de las licencias federativas
La
sanción de un año sin inscribir jugadores que la FIFA ha impuesto al
Barcelona pone de manifiesto la complejidad del sistema para adjudicar
licencias deportivas a menores extranjeros en España.
Si un menor
extranjero quiere obtener la licencia federativa, España tiene que
pedir el CTI (tránsfer) a la federación de origen, previa autorización
de FIFA de la operación, y utilizar el sistema servidor informático TMS
para dejar constancia de la misma. Es algo que debe hacer la Real
Federación Española de Fútbol, pues es el único representante español en
el ámbito internacional.
Al ser tan jóvenes, estos jugadores
participan generalmente en competiciones de ámbito autonómico, y es la
federación correspondiente quien les otorga la licencia. “Al ser una
federación adherida a la española, la autonómica en teoría tiene que
pedir a través de la nacional que FIFA verifique el cumplimiento de las
exenciones a la prohibición. Por problemas de capacidad no siempre se
hace. Hay muchos menores inmigrantes jugando al fútbol”, explica Javier
Rodríguez Ten, Doctor en Derecho y especialista en Derecho deportivo.
¿La
ley del Deporte exige a las federaciones autonómicas, entidades
privadas que ejercen funciones públicas, que no pongan ninguna
restricción para dar licencia a los extranjeros con residencia legal en
España si quieren formar parte del sistema. “No es tan fácil negar una
licencia, incluso a los que están en situación irregular. Hay que
justificar muy bien porqué. Pero FIFA tiene su sistema, muy rígido”,
explica Rodríguez Ten.
“El hecho de que las primeras licencias
sean autonómicas lo complica todo, porque no hay relación directa entre
la Federación española y los jugadores que vienen de fuera de España”,
asegura el experto en Derecho deportivo. Si el Barcelona ficha a un
jugador, salvo que participe directamente en una categoría nacional, la
federación autonómica, en este caso la catalana, es la que debería
iniciar el procedimiento que culmina en la Comisión del Estatuto del
Jugador de la FIFA para que se valide el traspaso. El proceso concluye
cuando la Federación del país de origen remite el tránsfer a la
española. Así, la autonómica estaría ya autorizada para expedir la
licencia. “El problema es que eso lleva tiempo, y que hay numerosas
solicitudes de licencias extranjeras; por ello, las Federaciones
autonómicas pueden haber inscrito futbolistas saltándose todo este
procedimiento para agilizar y que el club no pierda al jugador, o para
facilitar la integración del inmigrante. No de mala fe, incluso
verificando ellas mismas que se cumplen los requisitos, pero sin pasar
por FIFA”.
El caso, que puede pasar desapercibido en edades
tempranas, llega a primera línea si un jugador despunta. “Como esto son
competiciones autonómicas, le da igual a todo el mundo que un niño de
Senegal juegue en un cadete de un equipo modesto, pero cuando un equipo
les gana de goleada a todos, a lo mejor alguien se molesta y presenta
una denuncia”, explica Rodríguez Ten. La FIFA bloqueó en marzo del año
pasado la ficha de seis jugadores de las divisiones inferiores del
Barcelona como respuesta a dos denuncias anónimas.
¿Hasta dónde
llega la responsabilidad de cada uno? “El club debe saber que está
solicitando una licencia a un extranjero, y que tiene que presentar una
serie de documentos para que le puedan expedir la ficha; si el equipo ha
pedido la licencia sin presentar nada habrá obrado mal, aunque se la
expidan”, explica el experto en Derecho Deportivo. “No obstante, si el
club demuestra haber actuado de buena fe, la responsable es la
Federación”.
La responsabilidad de la Federación española, a
quien la FIFA ha multado con 500.000 francos suizos (410.000 euros), es
en este caso matizable. “Las Federaciones, que en esto son meras
transmisoras de documentación, tienen responsabilidad porque son las que
expiden la licencia cumpliendo o saltándose el procedimiento”, asegura
Rodríguez Ten. Aunque la Federación española no haya obrado mal si no ha
sido informada por la autonómica del asunto, debe velar por que estos
hechos no se produzcan. "Puede decirse que a FIFA le da igual cómo se
estructure el deporte español, y exige responsabilidades a la RFEF por
ser su único interlocutor válido, responsable de que en España se
cumplan sus normas”.
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Fuente: El País