Monday 9 February 2009
Editorial













Editorial: Fútbol y vida

Muchas veces se ha hecho la analogía entre fútbol y vida. ¿Qué significa vivir? ¿De donde procede la analogía? Creemos comprender lo que es el fútbol, un juego “agonal” o de “confrontación” cuya finalidad es determinar quien se acerca a la perfección, para ello ha de sortear no sólo los márgenes que disponen las reglas, ha de superar en habilidad y en pretensión al rival, aquél otro con el cual se compite por ser el más cercano al “ideal”.

Ahora bien, ¿cual es la “idea” a la cual el vivir nos acerca? ¿Es acaso vivir la tarea por cumplir un ideal? Desde tiempos remotos la vida ha sido una negociación con la libertad y la ética. Los límites y las reglas del juego de la vida ha sido siempre esta última (la ética), y la desarticulación de la ética, la libertad, la capacidad de vivir moralmente o no. Si la vida fuera juego no sería vida, en un juego se gana o se pierde, mientras que en la vida no hay nada que ganar y nada que perder. La vida para ser vida necesita del abismo de lo indeterminado, aquel nudo y tierra de nadie que tanto la religión como la filosofía han pretendido colonizar y hacerla suya.

Es cierto, el misterio de la vida lo marca la finitud, el saber que todo ha de acabarse, y del cual sin embargo, nadie puede decir cuando. Si alguna cosa ha de tener en común el fútbol con la vida es precisamente esto, que no hay claridad en los resultados pues todo se mueve en un plano inestable en que “no saber” es rozar la locura y el sin sentido.

La condición para que la vida sea, es que ese “ser” que le aparece como necesidad al vivir, se encuentre indeterminado, vacío de sentido y sin embargo abierto como tarea, como algo que hay que llenar... En las analogías futboleras, entrar a la cancha asemeja a un parto, un nacimiento. Nadie sabe a ciencia cierta que es lo que pasará una vez dentro de ella. Los parámetros que da la táctica en el fútbol, así como la ética en la vida, no anticipan ninguna jugada, las cosas que pasan tanto dentro de la cancha como en la vida, se resuelven sobre la marcha. Ahora bien, ¿cual es el resultado de la vida? Mientras algunos asumen la trascendencia de los actos como aquella finalidad que mueve toda acción humana, los que no tenemos un más allá en qué creer asumimos el abismo de vivir como una tarea vacía, y por tanto, llena de nosotros mismos. Ser mejores por el sólo hecho de querer serlos a riesgo de perderlo todo, no tenemos nada que ganar, de la misma manera que ganar en el fútbol no asegura nada, las acciones buenas corren por el mismo camino. Así nos sentimos vencedores, porque el azar y la causalidad no son nada frente a nuestros nombres, los mismos que inscribimos cada vez que hacemos algo.







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