Monday 25 August 2008
Editorial










A diez números, ¿cuantos más habrá que esperar?

Diez números son los que hemos lanzado como nuevo equipo de redacción desde que soy Head RA. Diez era el número en que nos habíamos propuesto cumplir todos nuestros objetivos. Diez era el número en que me había propuesto para abandonar el cargo y sus funciones.

Llegados a este punto, al hecho de que llevamos cinco meses tratando de dar lo mejor de sí para nuestros lectores, las cosas parecen haberse realizado parcialmente. En un principio los objetivos eran ser la mejor revista de habla castellana. No sé si lo hemos logrado en este tiempo, a mí me parece imposible de señalar, toda vez que para una labor como ésta lo que se necesita son parámetros y escalas que nos permitan evaluar y comparar los resultados... Siendo objetivos, me parece que actualmente no hay mejor revista latinoamericana (no lo somos nosotros y me parece que ninguno), quizás hay intentos y deseos por serlo. La constancia, la calidad de la redacción y de la gráfica, todo eso acompañado de creatividad e invención son quizás los mejores parámetros para evaluar todo lo que hacemos, y siendo sinceros, a cada uno nos falta una de estas cualidades.

En fin, al menos en nuestro caso, el intento por ser la mejor revista no ha sido en vano, pues en esta tentativa hemos ganado un nombre propio. No es fácil distinguir nuestro trabajo de lo que hacen los demás, y me parece que esto no es poca cosa. Escribir significa para mí, surcar las hojas con sangre, dejar en cada palabra algo de nuestra vida, escribir significa donar parte de sí, escribir significa que el otro pueda evocarnos en lo que lee, escribir es para mí inscribirse como acontecimiento. De ahí la exigencia autobiográfica de toda decisión escritural (soy yo y no otro quien que escribe, nadie puede escribir por mí).

En lo personal, me parece que a diez números de haber asumido el desafío (casi impositivo, debido al estado de hechos en el que se encontraba tanto el equipo de redactores como el equipo de MZ Chile), lo mejor que hemos hecho es que no sólo nuestros redactores han encontrado su propio estilo, al par que cada cual se encontró con el aura de las palabras dio estilo propio a la revista, haciendo con ello, que todo lector educase su mirada y gusto (o disgusto) por lo que lee. Por esto es que quizás pueda decirles que esta sea la mejor de las tareas que nos propusimos hacer, una escritura que se distinguiera no en función del otro, sino que en función de cada uno. Contra la monotonía y la repetición mecánica de verse enmarcado en una programación y en la estructuración de una gama de artículos ya definidos, lo único que puede revelarse a la producción serial es el acontecimiento que constituye cada artículo (y la escritura que le comprende). Claro, la revista es a simple vista casi la misma desde que asumimos, la misma en cuanto a estructura, sin embargo, en lo que respecta a la singularidad de cada edición, me parece que entre una y otra hay un abismo de nombre propios que nos hace imposible comparar.

Sinceramente, no sé hasta cuando les acompañaré, sé que todavía es demasiado pronto, pero no esperaré a que sea demasiado tarde. Hay muchas cosas por mejorar: gráfica, versatilidad de algunas secciones, constancia, etc. A diez números desde que asumí, el no haber cumplido todos los objetivos me hace pensar que he fracasado... No sé cuanto, si acaso mucho o acaso poco, no va en mí juzgar, juzguen ustedes al leer el presente número.




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