Contraeditorial















La soberbia chilena


Según la RAE, soberbia es: “Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás”.

Los chilenos, históricamente, nos hemos quejado y justificado de nuestro proceder, en la soberbia de los argentinos. Que nuestro pueblo hermano desarrolló en décadas de ser el país latino con mejor desarrollo económico y cultural, más sus triunfos deportivos, el orgullo de cualquier pueblo. Aclaro eso sí, que es una característica minoritaria en la idiosincrasia rioplatense, la cual conozco de primera fuente.
Pero el asunto en cuestión, no es mirar para el lado, sino mirarnos a nosotros. Desde la última crisis económica acontecida en Chile, la de 1982, hasta la actual, nuestro país ha experimentado un sostenido desarrollo económico, desde la crisis del 82, cuando teníamos una inflación superior al 1000%, y vivíamos con apenas 1 dólar diario, hasta hoy, con una inflación bajísima, y un ingreso Per cápita superior al de toda Latinoamérica y que cada vez se acerca más a los niveles del primer mundo.

Si revisamos los niveles de nuestro país, y los comparamos con el resto de América, sólo están sobre nosotros EEUU y Canadá. Nuestras tasas de analfabetismo son bajísimas, Chile es el país más seguro de la región, acá no existen las Maras (pandillas), las guerrillas, y la delincuencia en Chile es escasa comparada con Argentina, Brasil y el resto de los países latinos. Tenemos universidades de calidad, nuestras autopistas son admiradas, y comparables con las del primer mundo, hasta los “tags”, causan asombro a los viajeros de Latinoamérica por la avanzada tecnología que usamos.

Tengo amigos en el negocio de los radiotaxis, los cuales me dicen que cada vez es más frecuente para ellos, escuchar a sus pasajeros de países latinos asombrarse de que tengamos como vehículos de trabajo a Peugeot 407, y otros autos que afuera son de lujo. O pasar por la Costanera, en el tramo bajo el río Mapocho.

Chile, ha experimentado un aumento de bienestar, concentrado en las capas más altas de la sociedad, dirán algunos, pero nadie puede negar que sea así.

Nuestro desarrollo económico es un ejemplo para los países latinoamericanos, y material de estudio obligatorio en las facultades de economía de Europa del Este.

Desde los ‘80 en adelante, nuestro historial deportivo tiene mas decepciones que triunfos. Los cuales han sido escasos, pero han existido. En el ‘82 clasificamos de gran manera al mundial, pero nos vinimos en primera ronda de vuelta. En el ‘86, Paraguay nos eliminó, en el ‘90, le damos las gracias al Cóndor Rojas, en el ‘94 estuvimos castigados, en el ‘98, por fin clasificamos, y por primera vez avanzamos una ronda, pero Brasil nos devolvió de un plumazo a la realidad. La Libertadores del ’91. El ‘98 fue el año del Chino Ríos, cuando fue N°1 por seis semanas, luego Massú y González, campeones olímpicos, Cruzat campeón de boxeo del mundo, las “marcianitas” y el campeonato mundial de hockey. Y llegamos al presente, con una selección de Marcelo Bielsa, llamada a ser protagonista, al menos en el concierto Sudamericano, y una de las revelaciones en el Mundial de Sudáfrica (en el caso de clasificar), y la guinda de la torta, la sub 21 tercera en el mundial de Canadá, y la que gana en Toulon.

Desde que Chile se ha desarrollado económicamente, nos hemos creído más el cuento de que tenemos un lugar en el concierto mundial. Al punto que hoy, somos más soberbios que los argentinos, y eso que aún no hemos ganado nada.

Es solo darse cuenta de cómo tratamos al inmigrante peruano, boliviano, paraguayo, y del resto de Sudamérica. De cómo escondemos nuestros orígenes raciales, cuando todos mis profesores de historia me decían que en Chile no habían negros. Pobres tipos, ellos no quieren reconocer que los esclavos negros en Chile fueron un numero grande y al menos el 10% de los chilenos tiene un ancestro de raza negra.

Desde hace una década, los chilenos hemos invadido, turísticamente hablando, al mundo. Y pronto, si este desarrollo económico se refleja con éxitos deportivos, no nos parará nadie. Seremos los nuevos soberbios de América, y todos no odiarán por ello, y nosotros nos excusaremos de que es por envidia.

Mejor mantengamos la humildad, no vaya a ser cosa de que tanto escupir al cielo, nos manchemos la cara.






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