Desde la Tribuna

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La final era poco publicitada, a casi nadie le importaba quien jugaba. Todo el mundo estaba pendiente de los grandes, los chicos no tenían espacio en la fiesta, pero un grupo estaba con la ilusión y la motivación alta, no importaba si no había prensa, no importaba si no había público, no importaba si jugaban la gran final en una cancha de entrenamiento de uno de los denominados grandes.

El trayecto hacia el estadio fue raro, la micro estaba casi llena, pero nadie reconocía a  la estrella del equipo, nadie pedía fotos ni autógrafos, nadie miraba, siquiera, de reojo.

La semana fue rara, la pega era mucha y quedaba poco tiempo para entrenar, el estudio complotaba con las aspiraciones. Los exámenes finales están ad portas y la familia dice que nadie puede vivir del fútbol, así que el estudio es la primera obligación, el trabajo la segunda y la gran final, la tercera.

Cambio de planes el último día, por fin jugaran en un estadio de verdad, con fantasmas, pero estadio al fin y al cabo.

Los equipos salen a la cancha, y los más de 300 espectadores (casi todos familiares) estallan en emoción. los equipos se forman, por un lado un grupo de amateurs contra un grupo de profesionales, pagados para entrenar y jugar.

El partido comienza con el nerviosismo de la final, los profesionales atacan como nunca para asegurar el partido y volver a golear, como en fechas pasadas, por marcadores de 10 o más goles. La contienda es desigual.


Increíblemente los amateurs le dan pelea  a los profesionales, el partido es trabado en medio campo y los locales, el equipo profesional se va al descanso por 1-0.

Comenzando el segundo tiempo el marcador se amplía a 2-0 y la frustración de una final perdida comienza a aparecer, sobre todo cuando se marca el tercero.

las piernas ya no aguantan, los rivales comienzan a sacar metros, y la aquera se comienza a transformar en figura.

Un segundo aire alcanza a los amateurs, el pundonor es más fuerte y se van con todo al ataque, por el honor, por la gloria, y por el olvido también.

Quedan 5 minutos de partido, el árbitro cobra penal a favor de la visita, y es la oportunidad de demostrar, no sólo el pundonor, sino que los amateurs también tienen cabida en esta fiesta, que los profesionales no son tan invencibles.



El marcador quedará en los recuerdos, un 3-1 apretado, donde las favoritas se quedan con su 9° título consecutivo, las profesionales derrotan a las amateurs, pero, en un gesto de amor propio, las chaguitas se sacan su medalla de "pecho frío" aunque prácticamente no tuvieran posibilidades de ganar, de ser campeonas.



Esta cara lo dice todo.

Desde esta tribuna, un saludo a todos quienes hacen del fútbol algo hermoso, que lo juegan con pasión, sean hombres y mujeres, cuando la prensa no está. y un saludo también a este grupo de guerreras que sacó la cara por los amateurs, esos como todos nosotros.



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