La entrevista
The Zone España

LA ENTREVISTA

rexo_de_rauda

 

Como jordi_xala anda liado con trabajos y exámenes varios, me ha dejado que me haga una autoentrevista. Preparaos para la caraja infernal made in rexo.

 

¡Vaya una mierda! Sólo a mí se me ocurre acusar a los camellos de las Ardillas Judeomasónicas sin Cola de que me habían cortado la coca con polvos de talco y que su jodida ayahuasca no colocaba ni a mi sobrino recién nacido. Era verdad, pero los malditos matones a sueldo de las Ardillas aparecieron, me dejaron KO con una barra de hierro, me despertaron, amenazaron con partirme las piernas y me ofrecieron un trato: como conocían mi fama de periodista tenía que entrevistar a un zumbado llamado rexo_de_rauda. Pedí el comodín de la llamada para hablar con el Dr. Gonzo. Me contestó: “Como abogado tuyo que soy te recomiendo que aceptes hacer la entrevista. Conozco de oídas al sujeto y te lo vas a pasar bien. Está fatal de la cabeza, y si le llevas un poco de peyote y Wild Turkey puede salir una entrevista cojonuda. Conozco a un tipo que te dará detalles. Llámame en un rato”.

Así que acepté y los matones me soltaron. Media hora después llamé al Dr. Gonzo y quedamos en el Mint de Las Vegas, como aquella vez que fuimos a cubrir la Mint 400, carrera de motos por el desierto. Allí me pasó un dossier sobre lo poco que sabía del tal rexo, junto con la dirección de su contacto en Madrid, un tal Mikelony. “Más vale que lo sobornes con montaditos, Raoul. Si no, estás jodido”. Nos pusimos ciegos de éter y después pillé un vuelo a New York, donde cogería otro avión hasta Madrid.

En el vuelo estuve ojeando el dossier. Al parecer, el tipo era un notas que jugaba a un juego online de eso que en Europa llaman fútbol y nosotros soccer. El juego se llamaba ManagerZone: permitía al usuario tener su propio equipo de jugadores creados por el sistema, alinearlos a conveniencia y jugar diversas competiciones contra otro usuario. La verdad es que no le vi demasiada gracia: te diviertes más con un par de ácidos y un poco de mesca. Con eso tienes juerga para una semana. El tal rexo era un individuo extraño, aspirante a escritor en la revista del juego, alborotador psicotrópico en el foro y asistente ocasional. Eso sí, su paradero real era desconocido, por lo que necesitaba al tal Mikelony (“Como abogado tuyo que soy, te recomiendo que le llames Mike”, dijo el Dr. Gonzo).

Una vez en Madrid me puse en contacto con Mike. Le pillé currando, por lo que no estuvo muy receptivo, hasta que le solté que venía de parte de las Ardillas. No lo dudó, fijó la cita en el 100 Montaditos de Atocha a las 17:45. Como aún tenía tiempo que matar, me fui hasta la estación de Atocha, donde aproveché para fumarme un par de canutos, hasta que las tortugas del acuario se volvieron como Godzilla y tuve que salir por patas. Era la hora de la cita. Mike ya estaba allí. Nos saludamos, él fue a buscar mesa y yo me puse a la cola. Cuando llegó mi turno, saqué un fajo de billetes y le dije al tipo que aparcara un carro de montaditos delante de mi colega. Resulta que no había pasado por el banco y los billetes eran de dólar, pero el de la caja aceptó unos poppers y un poco de maría como soborno. Llamó a un colega, le soltó la pasta y dijo que fuera a cambiarla a un Compro Oro, que también tenía cambio de divisas. Me sirvió diez jarras de cerveza y las subí como pude hasta la mesa de Mike. El tipo se mostró reacio, a pesar de las dos jarras que se bebió de una sentada, hasta que llegó el carro de montaditos. Se le abrieron los ojos como platos y se lanzó como un poseso hacia ellos. Entre bocado y bocado y jarra y jarra conseguí sacarle el teléfono del mejor vendedor de peyote de la zona y la dirección del tal rexo. “Te aviso”, dijo Mike entre un montadito de tortilla y otro de txistorra, “Rexo vive en el quinto infierno, en una torre con 666 escalones a la que sólo puedes acceder después de cruzar dos veces el horizonte y girar a la derecha”. Me alargó un plano con las indicaciones para llegar. Conseguí arramblar diez montaditos y un par de jarras antes de largarme.

Gracias al chivatazo conseguí el peyote a buen precio. El tipo me dio una muestra gratuita y pude certificar que la calidad era cojonuda. Eso sí, tardé tres días en volver a mi sano juicio. Bueno, lo de sano juicio es un decir. Seguí las instrucciones, que eran un caos, me perdí un par de veces, me vi obligado a invocar a Cthulu y a Yog Shototh, pedí indicaciones en Orthanc y acabé llegando a la llamada Torre de Marfil. No entiendo el nombre, es negra como el alma de Dick Nixon. A la puerta me esperaba un armario con el pelo cortado a cepillo, mirada de psicópata, cara gorda de imparable bebedor de pintas inglés, una escopeta en cada mano y, según me pareció adivinar por lo que sobresalía del cinturón de un traje, una Desert Eagle .50. Me lanzó una sonrisa de lobo y juro por lo más sagrado que el hijoputa tenía dos balas por colmillos.

—¿Qué coño quieres? —me espetó de mala leche, apuntándome con las escopetas.

—Vengo por la entrevista —repliqué sin achicarme, aunque sin pasarme de chulo.

—¡Ah, eres tú! El jefe está arriba. No hay ascensor.

—Eso me dijeron.

El tipo bajó el puente levadizo y entré, no sin antes soltarle un fajo de euros y un par de porros bien cargados. Sabía lo que me convenía.

No sé la cantidad de horas que tardé en llegar, entre los escalones y las pausas para fumar. Al final llegué a un descansillo enano con una puerta misteriosa. Llamé un par de veces, como no contestó nadie, empujé el picaporte. Accedí a una especie de sala del trono con tres paredes forradas de libros y la cuarta con botellas de cerveza y whisky, unas vacías, otras llenas. En el centro había un trono ostentoso, hecho con lo que me parecieron espadas. También había una no menos ostentosa mesa de trabajo, con un portátil de marca inidentificable y una silla con adornos de dragón. Entre la mesa y una de las paredes había un tipo de melena tirado en el suelo, dormido o inconsciente, todo vestido de negro. Apestaba a whisky, algo que confirmé al ver una botella de Glenlivet vacía junto a él. Estuve por patearle las costillas, que siempre es un buen método de despertar a un borracho, pero opté por algo que yo prefiero que hagan conmigo: abrí una botella de Wild Turkey y se la pasé por debajo de las napias. Bingo: el tipo alargó una garra, me quitó la botella y pegó un buen trago.

—Wild Turkey. Buena elección. ¿Quién eres?

—Vengo por la entrevista —repetí, como al tipo de abajo.

—¡Oh, joder! Si llego a saber que vendrías hoy, estaría presentable.

Trató de enfocar la vista, como no pareció conseguirlo se frotó los ojos. Me miró y dijo:

—Joder, si eres Raoul Duke.

—¿Me conoces?

—Eres una leyenda, tío.

—Gracias —no esperaba esto, estaba agradecido de verdad.

—¿No tendrás algo que me espabile?

—Bueno, te he traído Wild Turkey y un peyote cojonudo, pero dudo que eso te vaya a espabilar —dije mientras ponía las botellas y el peyote en la mesa—. Siempre podemos echarnos un tirito de esto —y preparé un par de rayas de coca por cabeza.

Hice un rulo con un billete de diez euros, se lo ofrecí a rexo y pude ver cómo la lucidez, o algo así, volvía a sus ojos en un momento. Me metí lo mío mientras él llevaba la silla de trabajo junto al trono de espadas. Me ofreció asiento en la silla de trabajo, que era más cómoda de lo que pensaba, se apalancó en el trono con la botella de Wild Turkey, saqué mi grabadora, un cuaderno de notas y un boli, puse en marcha la grabadora y empezamos:

 

Raoul Duke: ¿Quién se esconde bajo el seudónimo rexo_de_rauda?

Rexo: Vladimr Barishnikov, catedrático de psiquiatría de la universidad de Minsk, aunque ahora estoy de año sabático. Mi edad es difícil de calcular, he vivido un montón de mierda. Estuve en la taberna donde supuestamente mataron a Christopher Marlowe: era un montaje del servicio secreto de Isabel I, yo era el jefe de la operación. Matamos a un hombre de paja, difundimos el bulo de la muerte de Marlowe y yo mismo le di su nueva imagen e identidad: William Shakespeare. Fui verdugo personal de Robespierre, salí por patas antes de que le guillotinaran gracias a mi maestría en el disfraz, y estuve a punto de presidir la Primera República, pero eligieron al tiñalpa de Castelar. De haber estado yo, ni golpe de Pavía, ni dictadura del general Serrano ni nada. Después mis recuerdos del siglo XX son confusos hasta mitad de los 70. Creo que maté al zar, a sus ministros y me lo pasé bien con Anastasia, o quizá sólo le soplé ese verso a Mick Jagger. Estuve en el KGB, me infiltraron en España y me pasé el 23-F debajo de la cama. Así hasta ahora.

RD: ¿Por qué ahora eres un medio mierdecilla que juega al ManagerZone?

R: Porque cambiar de identidad y personalidad me ayuda a causar el caos a mi paso y salir impune de las consecuencias. Además, es divertido.

RD: No sé qué le ves de divertido a estar todos los días pendiente de un juego de fútbol donde dependes tan poco de ti mismo.

R: Lo divertido es crear el caos, joder. Además, de vez en cuando hay que mantener un perfil bajo y pasar desapercibido.

RD: ¿Tú desapercibido? Cuéntame otra bola.

R: Hombre, ahora mismo podría ser un infiltrado podemita en el IBEX 35 o de la Merkel en el gobierno español, dependiendo de quién pagase más. Si comparamos eso con hacer el cabra en un juego de manager online sí, yo creo que paso desapercibido.

RD: Visto así… Vale, vamos con el juego. En mis notas he leído que los jugadores los puedes fichar del mercado o criarlos tú mismo. ¿Cuál es tu método?

R: Me encanta ir a cotillear al mercado, a ver qué puedo fichar, pero entre que casi nunca tengo pasta, y cuando la tengo ficho fatal, paso poco por la pestaña del mercado. Luego crío juveniles, pero la mayor parte del tiempo no les hago caso, tengo asuntos más importantes que atender y mucho que beber. De vez en cuando alguno me vale para el equipo, algún otro lo vendo para sacar financiación, aunque nunca saco gran cosa, y la mayoría van para sacrificios diversos: a Cthulhu, a los dioses del Valhalla, a la CIA, a las Ardillas Judeomasónicas sin Cola…

RD: No jodas, tío. Si estoy aquí es porque me timaron con la droga.

R: Mierda, ¿te timaron? Yo tengo mano en su organización, basta con una llamada para que dejen de joderte.

RD: Quizá me haga falta, pero si consigo una buena entrevista es posible que no.

R: Pues dispara.

RD: Vale. Según parece tienes que poner una alineación para ganar tus partidos, en la que influye el combo y el dibujo. Aclárame.

R: Bah, tío, eso es una mierda. Ni me hables. Verás, el único combo del que te puedes fiar es el de peyote y mescalina que hace el tipo al que le compraste eso —señala al paquete de peyote—. Es un combo infalible y a buen precio. Luego en el juego lo único innegociable es el agresivo. Siempre agresivo. Hay que partir pierna. ¿Recuerdas a Tony Dientes de Bala, el tipo de abajo?

RD: Como para olvidarlo.

R: Antes de convertirse en actor era defensa rompepiernas en el Wimbledon de finales de los ochenta. Al estilo de juego del equipo le llamaban fútbol cárcel. Él era el jefazo.

RD: No me extraña, con la pinta que tiene.

R: Sí. Nada tan mítico como el día en el que le retorció los cojones a Gascoine.

En cuanto al dibujo, eso sí que es una mierda, tío. Yo pretendía usar dos tipos de dibujo y no puedo. Uno era el fractal en forma de copo de nieve:

y el otro el Ojo de M.C. Escher

pero no me deja. Me tengo que conformar con una mierda de rayas y palitos, usa fase que mi sobrino de siete años superó hace tres.

RD: ¿Estás seguro de que hubieras sido capaz de meter un dibujo tan complicado? Mira que lo tuyo son las letras y no los lápices.

R: Seguro que alguien la hubiera puesto en XML y hubiera sido copiar y pegar. A menos que eso sea para Miembros del Club, entonces estaría jodido.

RD: ¿Miembros del Club?

R: Los ricachos que pagan por tener mejoras en el juego, o los asistentes del juego a los que se lo dan gratis, lo que genera muchos odios.

RD: ¿Hay gente que paga por jugar? No lo pillo. ¿Y por qué generan odios los asistentes?

R: No, no pagan por jugar, el juego es gratis. Pagan por tener ciertas mejoras, como más espacios de tácticas, o copas gratuitas.

RD: Vale, eso está claro. ¿Y lo otro?

R: Los asistentes reciben la membresía gratis y una asignación semanal en Power Tokens, la moneda virtual del juego. Estuve echando cuentas y un PT cuesta entre 16 y 20 céntimos, dependiendo de los que compres, porque descuentan por volumen. Si un asistente verde (los menos importantes) cobra 6 Power Tokens a la semana, y un asistente rojo (los que parten el bacalao) cobra 10, estamos hablando de 2 euros en el mejor de los casos. Dos euros a la semana. Lo mismo que si curraras en una fábrica en China.

RD: Ni en los setenta cobrábamos tan poco.

R: Ya ves. Aún así hay gente que se queja. Luego nosotros nos cabreamos porque no hay para tanto, ellos se cabrean con nosotros y nos llaman corporativistas y así todo el día. Un jodido muermo.

RD: No me extraña que te pases el día haciendo el imbécil.

R: Y aún así no me libro.

RD: No jodas.

R: Sí. Yo escribo para el The Zone, la revista del juego, pero no soy asistente. Llevo así no sé cuánto tiempo, y después van diciendo que no colaboro de forma altruista. Intento no hacerles caso, aunque a veces me enciendo. Lo mejor es pasar, tomar un trago de bourbon y soltar chorradas por el foro.

Aquí hubo una pausa, en la que rexo se metió un lingotazo de Wild Turkey antes de compartir la botella conmigo. Eché un trago, le devolví la botella y seguimos.

RD: He oído que hay elecciones a seleccionador y que te sueles presentar.

R: No en todas. En esta campaña no he conseguido que algún otro manager se uniese a uno de mis proyectos ultra-paranoides. El problema es que todos los demás son candidatos serios y formalitos, todo el día portándose bien, hablando de tácticas, contratácticas, combos, requisitos para llevar jugadores a la selección y dando las gracias a todo el que pone un mensaje por allí. ¡A la porra! Nosotros ofrecemos diversión a mansalva, droga por un tubo, jugadores que reparten más leña que Mike Tyson pasado de rosca y aliados absurdos que no sólo nos llevarán a la conquista del mundo MZ sino a la del universo habido y por haber (y a Miss Universo, ya de paso). Prometemos una era de bienestar absoluto, donde todo el mundo tendrá de todo sin tener que trabajar, habrá perritos calientes y berenjenas a mansalva, como manda el Gran Klementus y a los malos los colgaremos de las pelotas en la plaza pública como escarmiento, una tiranía distópica al estilo de Un Mundo Feliz, pero aún más divertida.

RD: Y por supuesto, nunca pasáis el corte.

R: Hombre claro, es que hay que estar loco para proponer todo esto, y más loco aún para votarlo.

RD: Y eso que os apoya Klementus. Ese tío es tan legendario que hasta yo sé quién es.

R: Klementus es nuestro Dios y guía. No seríamos nadie sin sus enseñanzas: los perritos, las berenjenas, los jugadores sin control y cabezas de un metro de diámetro, sus tácticas infernales y sus chanchullos nos han dado la vida.

RD: ¿Y cómo carajo va eso del The Zone?

R: Es una revista que elaboramos unos cuantos cada semana, contamos la actualidad del juego. Repasamos las noticias del juego, las clasificaciones de varias divisiones, las copas, el ránking y otras secciones varias. Luego hay secciones que varían, como las entrevistas, los artículos de opinión o, en su momento, secciones de táctica. Luego están las tronadas que se me ocurren de vez en cuando, o en las que me lían otros usuarios, como la Crónica. Seguro que ésta te gusta.

RD: ¿Ah, sí? ¿Por qué?

R: Porque es absurda y psicotrópica. Cuando juegas un partido, el juego te da una crónica predeterminada sobre los acontecimientos del partido, conforme a lo sucedido en el simulador. El perraco de Kempesvfc me dijo que podríamos coger esas crónicas y empezar a añadir todas las paridas que se nos ocurrieran, desde jugadores armando tanganas a presidentes borrachos lanzando montaditos desde el palco. Como te puedes imaginar, no dudé ni un segundo. Ahora abundan los palcos con drogas y alcohol, porno a tope, grescas diversas y sobornos a muerte. En una ocasión hasta salieron unicornios rosas.

RD: No jodas.

R: Fue después de los atentados de París en noviembre. Había que estar en plan moñas, así que decidí que lo mejor era añadir el delirio alcohólico más conocido. Creo que funcionó bastante bien, me ayudó a defender a un jugador supuestamente bisexual, al menos conseguí visibilidad.

RD: Una sección guapa, pero, ¿a qué más te dedicas?

R: Hago leyendas, una sección donde repaso la biografía de jugadores clásicos de MZ. Cada vez me cuesta más terminarla porque me lío un montón con viejos hilos del foro y mis resacas cada vez son más puñeteras, así que tengo menos concentración que Dory de Buscando a Nemo con medio cerebro. También hago el ránking, que a pesar de ser la sección más odiada del TZE ha sido llevada por varias leyendas del juego. Lo que no entiende la gente es que somos copistas de la historia, recopiladores de los Hechos de MZ, como hizo Beda el Venerable. Somos falibles, sí, pero intentamos recopilar todo el saber de ManagerZone, y eso incluye el ránking, le guste a quien le guste.

RD: ¿Cuál es el propósito de todo esto? ¿Hay algún fin último, o todo esto es una pérdida de tiempo?

R: Si te parece poco la satisfacción de un ego monstruoso como fin último, creo que has confundido la profesión…

RD: Eso siempre es una razón, pero debe de haber algo más, o eso esperan algunos lectores.

R: La diversión. Básicamente yo estoy con Mötley Crüe y su disco en directo, Entertainment or Death, entretenimiento o muerto. Y eso que no soy particularmente fan de la banda. Comparto el concepto de pasarlo bien ante todo. También es un alivio para mí, porque me permite hablar de uno de mis personalidades más alegres en lugar de una de las más sombrías, así puedo ocultar lo mal que me va en la vida real. ¿Quién coño quiere oír a un tipo quejarse de que no encontró trabajo en el exilio, que tampoco lo encuentra aquí y que le dejó la novia?

RD: Ni dios.

R: Exacto. Mi personalidad bizarro-absurda es mucho más entretenida. Por ejemplo, ahora mismo estoy igual que Spider Jerusalem sin necesidad de drogas: tengo las pautas cerebrales de Lizzie Borden y los genitales ardientes de Genghis Khan, pero estoy deshecho.

RD: ¿Quién es Spider Jerusalem?

R: Te va a encantar. Es el protagonista de Transmetropolitan, un cómic escrito por Warren Ellis y dibujado por Darick Robertson. En un futuro cyberpunk donde la tecnología ha evolucionado a cotas insospechadas, abundan las drogas y el sexo, la tele lo invade todo y el presidente del gobierno de USA es un psicópata bautizado como La Bestia, Spider Jerusalem es un periodista gonzo que se ve obligado a volver a la megaurbe conocida como “La Ciudad” para cumplir con un contrato con una editorial. Spider es violento, desagradable, malhablado, alcohólico, drogadicto, y un bastardo encantador cuando quiere. Hará cualquier cosa para llegar a la verdad, incluyendo el uso de gas fuente (que permite oír y grabar conversaciones allí donde se abre una ampolla) y su legendario disruptor intestinal.

RD: Vamos, como yo, pero más a lo bestia.

R: Correcto.

RD: Ya me gusta.

R: Lo sabía. Además, el dibujo de Robertson es tremendamente expresivo. La cara de psicópata de Spider a punto de ponerse a escribir después de chutarse algo en el lacrimal es la misma que pongo yo cuando estoy inspirado, mira.

Rexo fue a una de las paredes, y tras revisar un rato, sacó un delgado volumen llamado “El año del bastardo” (1 de 3), lo abrió por el final y me enseñó el dibujo que decía.

RD: Conozco esa sensación. La verdad es que el dibujo es brutal. Me lo tengo que leer.

R: Te lo prestaría, pero lo tengo en español.

RD: Lástima. Volviendo a la entrevista, no me extraña que no hables del juego.

R: ¡Si se me da fatal! Estoy en división 4, y como no hay competencia en divisiones inferiores, los equipos no están preparados y les meto unas palizas bestiales. Ahora, en cuanto suba a división 3 me van a freír. Además, estoy en huelga de cambiar tácticas hasta que implementen las que yo necesito, así que todo el mundo sabe cómo juego y me barren. Luego en hockey nunca sé qué me pasa, que empiezo bien las temporadas y luego me hundo como una piedra.

RD: ¿Hockey? ¿Sobre hielo? ¿Por qué?

R: Sí, sobre hielo. El juego es sueco y allí el hockey es religión, aunque no mole tanto porque no hay peleas como en la NHL. El simulador es un aburrimiento, con lo divertido que sería ver de vez en cuando que dos rivales se enzarzan a puñetazos. Podían haber elegido algún otro deporte más divertido, como el skeleton, el luge, el bobsleigh o el curling, pero nada.

RD: El curling es las risas, con los tipos con escobillas del váter frotando la pista a toda hostia.

R: Ya te digo. Sería la hostia tener un manager de curling, habría que ver qué habilidades tendrían que entrenar.

RD: ¿En qué división andas en hockey?

R: En la 1.3. Es más fácil ascender porque hay menos jugadores activos, así que no tiene mérito. No tengo nivel para ascender, y yo diría que me hundo porque siempre acabo pasado de forma, pero no me hagas caso.

RD: Nos está quedando una entrevista cumplidita, como diría Héctor de Cuatro Picas, el podcast de Comunio. No sé si querrás añadir algo más.

R: Sí, tío, hablando de podcasts, antaño maricastaño hacíamos Radio MZ, donde hablábamos del día a día del juego, y donde me dejaban hacer el cabra como nunca. Imito pasablemente a Robert de Niro, a Vito Corleone, a Gollum, a Jesús Gil, pero el que más le gustaba a la gente era Egouardo Inda.

RD: ¿Ése quién es?

R: Para que lo ubiques, la versión rancio-castiza de Rush Limbaugh.

RD: Vamos, un puto indeseable.

R: Correcto.

RD: ¿Algo más?

R: Darte las gracias por venir, tío. ¿Te quieres quedar a probar ese peyote?

RD: Tengo vuelo reservado. Las Ardillas me esperan en un par de días.

R: A la mierda el billete, espera que hago una llamada.

Agarró el móvil, me pasó la botella de Wild Turkey y salió. Apagué la grabadora, guardé el cuaderno y el boli, apuré el bourbon y rexo no tardó en volver.

R: Solucionado. He llamado a Cascoscuro y te lleva en el Spaceball One en un par de días.

RD: De puta madre, siempre he querido probar la Velocidad Absurda.

R: Pues lo vas a hacer. Vamos a catar ese peyote.

Nos cogimos un colocón histórico. No recuerdo nada en particular, excepto que los dos días se pasaron volando. Nos despertó Cascoscuro cuando llegó en el Spaceball One. Los dos estábamos hechos un asco. Rexo me dio un abrazo como buenamente pudo y le prometí que volvería para corrernos una jarana mortal. La Velocidad Absurda es una pasada, en tres segundos estábamos en Las Vegas. Me reuní con las Ardillas, les puse la grabación de la entrevista, se descojonaron durante un buen rato y me pusieron en su lista de clientes VIP. De puta madre. Obtuve la ayahuasca prometida, pasé a limpio la entrevista, la entregué y aquí estoy, dispuesto a cogerme el pelotazo que me he ganado. Quizá otro día volvamos a vernos, aunque intuyo que estaré tan jodido que lo más seguro es que no.

rexo_de_rauda



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